domingo, 2 de noviembre de 2014

Problemas en el transporte publico

Roces, miradas penetrantes, insinuaciones o gestos subidos de tono, y la sensación de impotencia ante los perpetradores. Estas experiencias son el pan de cada de día de millones de mujeres que usan el transporte público en Latinoamérica, donde el problema del acoso sexual ha adquirido proporciones descomunales, en algunos casos afectando a más de la mitad de usuarias de autobuses o servicios de metro.
“Estaba viajando en el tren de Buenos Aires, cuando sentí que alguien se estaba aprovechando de mí – en las horas pico hay muy poca distancia entre una persona y otra - inmediatamente me alejé. No tuve el coraje de decirle a esa persona que se estaba propasando. Solo me sentí apenada y me salí del coche”, Victoria, 30 años, en la capital argentina.
"A veces en el metro, hay miradas molestas, es incómodo", cuenta Beatriz Gómez, de 25 años, en la Ciudad de México. María de los Ángeles, su compañera de trabajo, relata que "cuando (el Metrobus) va muy repleto, sí pasa que ellos llevan una mochila y te pasan la mano".
Los datos revelan que éstos testimonios no son simples anécdotas, sino de una realidad cotidiana: en la Ciudad de México, 65% de las mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia de género en medios de transporte público o en paradas, terminales o andenes, según cifras del gobierno.







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